Corres como una estampa escapando de su marco
Cayendo sin quererlo al lado de la trampa,
Mirando nuevas montañas de azul y de niebla
Planas rutinas que remontar mañana.
Y no son las aves grises al pasar,
Tú lo sabes,
Es gris el corazón.
Pero cuando oyes que quizás despunte
Esa nueva mañana que te dicen que esperas
Siempre encuentras nuevos pastos para tu voz,
Nuevos rebaños de notas y sonrisas que entonar,
¡Y que lejos quedan esas noches de incienso y silencio!
¡Esperanza!
Gritas al monte casi odiándolo,
¿Esperanza?
Y maldices su eco,
¡No la busques!
dice tu oreja gris.
Es roja la mañana que decían que esperabas,
Y no te lo esperabas, no igual, no otra vez,
Es roja la mecha de la mañana
Que sepulta bajo el humo
Tus incendiarias entrañas
Es roja y te rebana minutos de vida a solas,
Las afiladas y encendidas lágrimas te piden
Más horas para su estómago,
Y te has abierto en canal el pecho,
Una sangre helada
Brota del ella, no es roja, no es negra,
Es gris como la vista que giras al cielo.
Te castigas por desilusionarte
Y ser fantasiosa
te regalas un látigo para tu espalda,
Un “seré recta hasta el final aunque duela”,
¿Y no será la rectitud el peor de los latigazos?
Pero sigues impasible
“seré recta hasta el final aunque duela...”
Me dices
He nacido gris
Digo yo
Donde hay gris
Antes ha habido color
Y donde hay gris
Siempre hay algo por pintar.
Dices tú
No son las aves grises al pasar,
Tú lo sabes,
Es gris el corazón,
Un burdo corazón de muerta,
Con dolor y con esplendor,
Pero sin causa.
De golpe una chispa lo enciende todo
Y tú sabes que esta noche
Este corazón ya es bien mío.