contra el suelo
con el primer estertor primaveral torcido
tapizando la arena
de un crujiente ruido
de risas y sencillez
ramas precipitadas
de la juventud
¿porque
crecen nuestras hojas
con el aroma adormilado
de una flor que ya no siente?
Con lo sencillo que era
responderlo todo
mirando
al vuelo grácil de una paloma
y sentirnos
el corazón estrellándose
contra el pecho
rompiéndose en mil pedazos
dulces astillas cristalinas
frágiles hojas que somos
arrugas que añadimos
a nuestras ojeras
mientras
interrogantes sombras
planean ahora
cuando nos preguntamos
que ha pasado
con nuestros imberbes sueños
ahora
pervertidos
convertidos
en sedientos monstruos de ciudad.