miércoles, 26 de septiembre de 2007

The Odissey (Reloaded)


Ahora todo estaba mejor... todo volvía a la normalidad, se decía, cruzada de brazos observando el plácido dormitar de su marido. Se había pasado décadas esperando al hombre de sus sueños, había hecho auténticas hazañas para evitar que los usurpadores ocuparan su trono, pero su perseverancia tuvo premio y acabó por reencontrarse con su amado Ulises y ahora todo está... bien, muy bien.
Se muerde un rato las uñas y piensa que todo está muy bien pero algo le falla, treinta años de aventuras, golfo, y vuelves como una maldita piltrafa a sentarte en tu trono, pero esas no son palabras de reina y se enfurece un poco mientras ve como sube y baja la barriga del rey, como resoplan sus viejos labios, como se rasca su blanca barba...
El problema es que ya no lo esperaba... había pasado tanto tiempo, no quería creer que estaba muerto pero ya no lo esperaba, solo quería seguir soñando que volvería, que un día su guerrero henchido en rabia volvería con sus musculosos brazos y la llevaría en volandas, un guerrero fornido joven y poderoso, no ese viejo carcamal cansado de todo.
Amaba a su fantasia mucho más que al hombre que tanto esperaba y ahora se retorcía en silencio de angustia pensando en lo bien que estaba todo, en lo tranquilo de su vida, ahora, sin ninguna meta ni sentido.
Cada noche venían invitados a oír las malditas aventuras del viejo, se las sabia de memoria y las escuchaba una y otra vez mientras servía pacientemente vino a las visitas. Odiaba sus caras de admiración y los ojos como platos, odiaba la rimbombante voz de su marido exagerando cada vez más las historias, hoy el cíclope 10 cabezas, al otro día 12, hoy la fuerza superior de Aquiles, luego su valeroso enfrentamiento al canto tentador de las sirenas, así se te hubieran llevado a las profundidades con los demás tesoros ocultos de Poseidón, reliquia, se dice sonriendo por el rabillo mientras pone una bandeja de frutas a disposición del personal.
A ella poco le cuenta de sus aventuras, las historias están bien para los invitados, pero en privado él solo siente como una especie de nostalgia que le parece casi blasfema, una especie de desafío a la lógica, porque tampoco él quería ya encontrar Ítaca, o almenos no la Ítaca que ahora ve en sus ojos... Los lustros de soledad le han dejado marcado el gesto de marino en el rostro, su mirada añora el viejo mar... él solo quería seguir soñando con llegar... pero no llegar a ninguna parte, ahora... contaba historias vacuas de sentido nada más, a veces, de noche, soñaba tremendas pesadillas con sus compañeros muertos en el viaje, nada más. No se había llevado nada del mar, ni valor ni coraje ni honor, solo sentía el anhelo de soledad y tenía pesadillas, eso era todo.
Penélope piensa en Telémaco y en su infatigable imitación de lo que el creía que era su padre, a veces, cree a ciegas en su historia de valor y coraje, otras tantas se descorazona y se queda mirando al hombre que le dio vida y no lo reconoce. Penélope llora, llora porque su marido se trajo 30 años de aventuras y un corazón muerto, llora porque no ella solo ha tenido la aventura de estarlo esperando, llora desconsolada porque todo está muy bien y todo ha vuelto a la normalidad, y todo está en su sitio. Claro que esto no le importa a nadie porque el cuento ya ha terminado.

1 comentario:

Jordi dijo...

eis vista aquest post del meu blog de l'any passat!
enga nos vemos en sant moris!

http://deixalleria.blogspot.com/2006/03/taca.html