jueves, 17 de enero de 2008

Siroco (Dani Clemente con Marc. G. Rossell)


La arena es pequeña en una mano y el viento omnipresente, y así nuestra vida. A cada minuto una ráfaga de aire se lleva cientos de nimiedades, cuando, sorprendidos volvemos a mirar la mano nos damos cuenta que lo único que queda de aquella arena es su recuerdo.
Al fin y al cabo es justo el recuerdo el que marca el paso del tiempo, el que nos dice que fue de ese niño con mocos en la cara que jugaba a cazar fantasmas, ese niño que sin darse cuenta cambiaba cromos por nuevos albores, nuevos caminos, nuevas promesas, nuevos ojos, nuevos vientos.
Al final, cuando notemos la vejez de las montañas y el menguar de los ríos nos traiga viejas aguas, una ráfaga de viento en la cara, un halo de humo, nos devolverá nuestra condición de almas volátiles, de seres arrugados por el sol, de hombres cuya mortalidad otorga la inmortalidad de un segundo, el recuerdo de un grano de arena en las manos de un niño.


primavera del 2003

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