jueves, 10 de abril de 2008

Zen cuántico


Me gustaba aquella geometría exacta

En la que sumergía mis ojos


Te veía con la luz exacta

Que deja un trasluz perfecto

No cabía nada más en mi mirada.


Estaba de pie

Sobre la punta de un compás de acero

Y decidido a perforarme el alma

O morir.


En un estado

Inanimado

En Zen cuántico

La perfección incierta

De la rueda perpetua

Girando en mi cabeza.


Aún no estabas tu...


Ya no se ni cuanto tiempo hace

de cuando dejé el verdor entrar

Por un ángulo muerto de mi oscuridad

Y su primavera me devolvió

Mis designios de frágil hoja

Surcando el viento sin razón.


Yo amaba

La frialdad de mi sonrisa

El color firme de mi locura

La matemática exacta

De mi dolor.


Mi zen cuántico

Mi pensamiento perfecto.

Ese que decía

Que alguien como tu

No podía existir.


Que no me iba a quemar las alas con un beso

Que no me iba a desmoronar contra tus brazos

Que no me iba a partir el alma en pedazos

Por una insensatez


Abriste mi ventana y dejaste

Mis calculados pensamientos enterrados

De una risa simple y clara...

Y cambiaste mi equilibrada oscuridad

Por mi hálito de jinete desbocado


Y ahora soy un loco

Corriendo hacia el precipicio

Deshojando mi negra flor

Deshuesando mi cuerpo ansioso...


Recordando

Esa brisa de acero

Ese frío sincero...


Ese frío que decía

Que alguien como tu

No podía existir...

2 comentarios:

Raquel Graciela Fernández dijo...

Me encantó este poema. Siempre es difícil hacer buena poesía amatoria: se ha dicho tanto y de tantas formas diferentes... Lograste crear un bello poema hablando del amor. Felicidades!

Dani Clemente dijo...

Gracias raquel, díficil pero necesario...
Saludos